lunes, 23 de abril de 2007

Murió Boris Yeltsin, la marioneta de Occidente



Boris Yeltsin-una marioneta esperpéntica en manos del imperialismo- asumió las riendas del poder poco después de la pantomima que representara en el edificio de la Casa Blanca, sede del Parlamento ruso, al encaramarse en uno de los tanques enviados por la cúpula del Ejecutivo y el Soviet Supremo que habían declarado el estado de emergencia y la destitución de Gorbachov.


En aquella ocasión, Yeltsin condenó la destitución de Gorbachov, llamando a la huelga general indefinida y a la desobediencia civil en toda Rusia, y exhortando a los soldados movilizados a que desobedecieran a sus superiores.



Posteriormente,Yelsin se hizo con el poder, apartando a Gorbachov. Más tarde, él también declaró el estado de excepción, y no tuvo reparos en tomar al asalto esa misma Casa Blanca que antes había “defendido”.Unidades acorazadas del Ejército Federal recibieron órdenes del mandatario ruso para acabar con la resistencia de los diputados que, desde el interior del Parlamento, se oponían a sus dictados.La brutal acción dejó 118 muertos, pero el golpe de estado de Yeltsin, no fue contestado por los "demócratas" de Occidente.


Reforzado, entregó el país a sus amigos y colaboradores, privatizando las empresas estatales, vendiéndolas a precio de saldo, e implementando un capitalismo salvaje, que arrojó a la miseria a la inmensa mayoría de los rusos, mientras que una minoría, se enriqueció de la noche a la mañana.


Fue también responsable de crímenes contra la humanidad, al atacar salvajemente a la república de Chechenia, mediante bombardeos masivos por tierra y aire, siendo Grozny, la capital, el principal objetivo. La utilización de todos los recursos militares, sin importar la mortandad que provocó ente la población civil, le permitió el control de la capital chechena, en una ofensiva donde se jugaba su propio prestigio.



Sólo cuando las cámaras de televisión comenzaron a robar imágenes de un Yeltsin tambaleante, borracho, y necesitado del sostén de un guardaespaldas para no irse al suelo, empezaron a cuestionarse desde Occidente si estaba capacitado para seguir gobernando, pero para entonces ya les había hecho el juego sucio. No hay sino que ver la actual situación geoestratégica de Rusia, rodeada de enemigos.



No obstante, abandonó el poder cuando arrancó de su sucesor Putin, un decreto presidencial que le concedía, además de protección- tanto a él como a su corrupta familia- inmunidad frente a cualquier persecución, arresto o interrogatorio judicial, consecuencia de sus escarceos, robos y pillajes de todo tipo.

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